Destinos para huir del calor: viajes refrescantes

Viajar en verano se ha convertido en una especie de ejercicio de estrategia térmica. Las altas temperaturas -las ya temidas olas de calor- azotan Europa cada vez con más fuerza. De hecho, están convirtiendo muchas ciudades y destinos tradicionales en espacios incómodos, cuando no directamente intransitables. Ante esta realidad, crece el interés por lugares donde el verano aún se puede vivir al aire libre, sin buscar una sombra desesperadamente ni depender del aire acondicionado.
Este reportaje reúne seis propuestas de corta y media distancia para viajeros que priorizan el confort climático sin renunciar a la calidad del destino. Seis formas distintas de escapar del calor: entre montañas, junto al mar, en pueblos sin coches o explorando territorios extremos. Porque el verdadero lujo, hoy, es poder respirar aire fresco en agosto.
1. San Sebastián (España): brisa cantábrica y gastronomía urbana
San Sebastián, en el País Vasco, representa una de las excepciones térmicas del verano español. A diferencia del interior o del Mediterráneo, aquí las máximas rara vez superan los 25 °C, y la brisa del mar Cantábrico refresca constantemente calles, playas y terrazas. Es una ciudad donde se puede caminar sin sudar, dormir sin ventilador y disfrutar del verano con traje de lino, no con abanico.
Pero el clima agradable no es lo único que nos ha convencido para incluirla en esta lista. San Sebastián es sinónimo de excelencia gastronómica. Desde bares de pintxos en el casco antiguo hasta restaurantes con estrella Michelin, es un paraíso para el paladar. A eso se le suma una agenda cultural de primer nivel, con festivales de música, jazz, cine y danza en entornos al aire libre. Y si el día pide más calma, la playa de la Concha o un paseo hasta el Peine del Viento ofrecen arte y belleza sin multitudes.
Ideal para: parejas, viajeros urbanos y amantes de la buena mesa.
El consejo de nuestro experto Luis Martí: visita el Mercado de la Bretxa temprano por la mañana (hacia las 8h-9h). No solo para comprar, sino para desayunar en el bar de arriba. Sirven unos pintxos deliciosos que prácticamente solo conocen los lugareños. Los precios son mucho más baratos que en la Parte Vieja y la calidad es espectacular.
2. Innsbruck (Austria): frescura alpina y cultura centroeuropea
En pleno corazón del Tirol, Innsbruck parece diseñada para el verano que vendrá: fresco, verde, sostenible y lleno de opciones activas. Esta ciudad austríaca, rodeada por cumbres nevadas, ofrece temperaturas que difícilmente superan los 24 °C, incluso en agosto. Las noches son frías, el aire limpio y los días largos, perfectos para caminar, pedalear o simplemente contemplar.
Innsbruck combina lo alpino con lo urbano: un casco antiguo elegante, palacios barrocos, cafés tradicionales y una escena cultural viva. Desde aquí se puede subir en teleférico hasta miradores espectaculares o hacer rutas de senderismo adaptadas a todos los niveles. Además, es una ciudad que apuesta por la movilidad sostenible: todo está pensado para ir a pie, en bici o en transporte público.
Ideal para: amantes de la naturaleza, viajeros activos y parejas tranquilas.
El consejo de nuestro experta Sandra García: durante tu viaje, haz hueco en tu agenda para visitar Mühlau, un pequeño pueblo que está literalmente dentro de Innsbruck, pero que casi nadie conoce. Puedes llegar con el autobús J desde el centro. Aquí viven la mayoría de los lugareños y ofrece las mejores vistas de la ciudad sin multitudes. Hay una pequeña iglesia (Pfarrkirche Mühlau) con un bonito mirador, y un restaurante tradicional, Gasthof Mühlauer Keller, que pocos turistas conocen.
3. Edimburgo y las Highlands (Escocia): cultura fresca y paisajes legendarios
Escocia es uno de los mejores destinos climáticos de Europa en verano. Edimburgo, su capital, combina historia, arte y temperaturas amables: entre 15ºC y 20 °C de media en julio y agosto. A pesar de su fama de ciudad gris, en verano florece: parques llenos, festivales internacionales y un ambiente efervescente, especialmente durante el divertido Fringe y el Festival Internacional.
Tras unos días en la ciudad, lo ideal es poner rumbo al norte: hacia las Highlands. Allí, los paisajes se abren en lagos, colinas y castillos, con carreteras solitarias que invitan a perderse sin prisa. El ritmo cambia y el silencio gana protagonismo. Puedes caminar junto al lago Ness, dormir en una casa rural entre ovejas o seguir la ruta del whisky en pequeñas destilerías locales.
Ideal para: viajeros culturales, amantes de los paisajes y escapadas en pareja.
El consejo de nuestros expertos: si quieres evitar las multitudes del famoso Arthur's Seat, sube por Salisbury Crags por el sendero que empieza detrás de la universidad, no por el sendero principal desde Holyrood Park. Llegarás a un punto donde podrás ver todo Edimburgo, el castillo y el mar, prácticamente tú solo. Es especialmente mágico al atardecer.
4. Crucero por los fiordos noruegos: vacaciones familiares con aire puro
Recorrer los fiordos de Noruega en verano es una experiencia excepcional. Lejos de las multitudes y del calor continental, esta región ofrece temperaturas de entre 12ºC y 18 °C, cielos límpidos y un espectáculo natural constante: acantilados verdes que caen al mar, cascadas, pueblos de casas rojas, ovejas pastando en laderas imposibles.
El crucero permite disfrutar del paisaje con comodidad, sin necesidad de cambiar de alojamiento cada día. Hay propuestas familiares, con actividades para niños, y opciones más exclusivas para adultos que buscan calma y confort. Se pueden hacer excursiones en kayak, senderismo por parques nacionales o visitas a granjas locales. Todo con un ritmo lento y aire puro garantizado.
Ideal para: familias, seniors, viajeros que buscan naturaleza y vida salvaje.
El consejo de nuestros expertos: evita los restaurantes de Geiranger y Flåm (súper caros). Ve a Sjøbua en Måløy, un pueblo pesquero donde suelen comer los lugareños. El pescado es fresco, los precios normales, y la experiencia es auténtica.
5. Islandia en bicicleta: aventura fresca sobre tierra viva
Islandia es uno de los destinos más extremos, bellos y climáticamente confortables del verano europeo. Con máximas que rara vez superan los 18 °C, pedalear por sus paisajes es una experiencia que combina esfuerzo físico con una sensación constante de estar en otro planeta: campos de lava, glaciares, cascadas, géiseres y playas negras.
Existen rutas organizadas en bicicleta que recorren la región sur o suroeste, con apoyo logístico y alojamiento en guesthouses sostenibles. También puedes diseñar tu propia ruta si tienes experiencia. Es un viaje para viajeros activos, pero no hace falta ser un atleta: la experiencia está más en la conexión con el entorno que en la velocidad.
Ideal para: aventureros, cicloturistas, amantes de la naturaleza salvaje.
El consejo de nuestro experta Sandra García: si el Blue Lagoon te parece demasiado turístico, visita el Forest Lagoon, a solo unos minutos en coche de Akureyri. Ve en la tarde-noche cuando la luz sobre estas aguas termales y el paisaje que las rodean es simplemente mágica. Una de esas experiencias que recordarás siempre.
6. Zermatt y los Alpes suizos: aire limpio y vistas perfectas
Zermatt, en Suiza, es probablemente uno de los destinos de montaña más refinados de Europa. Situado a más de 1.600 metros de altitud, a los pies del mítico Matterhorn (el Cervino italiano) ofrece un verano de temperaturas suaves (10ºC–20 °C), aire oxigenado y una paz que se percibe desde el primer minuto: no hay coches, solo silencio, senderos y montañas.
Desde Zermatt puedes tomar teleféricos que suben hasta glaciares activos o caminar entre pastos alpinos con vistas cinematográficas. Es ideal para desconectar, respirar mejor y reconectar con lo esencial. Y si te apetece un lujo tranquilo, hay hoteles con spa y cocina suiza de altísimo nivel.
Ideal para: parejas, senderistas tranquilos, viajeros eco-conscientes.
El consejo de nuestros expertos: en verano, súbete al primer tren a Gornergrat a las 7:00 horas. Mientras todos duermen, tú tendrás el Matterhorn prácticamente para ti solo y la luz de la mañana es espectacular. Los grupos de turistas no llegan hasta las 10h-11h. El madrugón vale mucho la pena.
Conclusión
El calor no es obligatorio en verano. Europa está llena de rincones donde las temperaturas suaves, la naturaleza generosa y el ritmo pausado permiten disfrutar mejor de los días largos. Cada uno de estos destinos ofrece una forma distinta de huir del calor: cultural, activa, familiar o contemplativa.
Y más allá de la temperatura, lo que tienen en común es algo esencial: todos invitan a vivir el verano sin prisa y con los cinco sentidos despiertos. Porque a veces, el mejor viaje no es hacia el sol… sino hacia el frescor.