Consejos para viajar por la Comunitat Valenciana

26, 11, 2025

Aunque para la mayoría de los viajeros españoles nombres como Valencia, Castellón o Alicante son de sobra conocidos, la realidad es que todavía son muchos los que no conocen a fondo todo lo que ofrece la Comunitat Valenciana. Quienes se adentran en esta franja mediterránea descubren algo más que buen clima: encuentran una energía contagiosa, paisajes muy diversos y una sorprendente mezcla de contrastes.

Aquí la gastronomía es casi una cuestión de identidad —con 36 estrellas Michelin y 25 Bib Gourmand— pero también un motivo para pasarlo en grande, como demuestra la fiesta de La Tomatina. Es un territorio donde puedes alternar grandes festivales con tradiciones religiosas muy arraigadas; donde puedes estrenar calzado artesanal o sentir la arena bajo los pies; donde es posible hacer una ruta de montaña por la mañana y bañarse bajo una cascada por la tarde.


Conocer el terreno

Plaza Ayuntamiento en la ciudad de Valencia

En 2024, la Comisión Europea nombró a Valencia Capital Verde Europea, un reconocimiento apoyado en la amplitud de sus zonas verdes —más de 498 kilómetros cuadrados— y en su apuesta por un urbanismo más sostenible. Un buen ejemplo es el Parque del Turia, ese antiguo cauce fluvial convertido en un corredor de casi 10 kilómetros que atraviesa la ciudad y que hoy disfrutan ciclistas, corredores y paseantes. Durante la pandemia, además, se ampliaron numerosas áreas peatonales que han permanecido, contribuyendo a reducir la contaminación y mejorar la calidad de vida.

Valencia también conserva un histórico sistema de regadío que se remonta siglos atrás y que permite que la huerta —casi 12 mil hectáreas— siga abasteciendo de producto fresco tanto a la población local como a quienes visitan el Mercado Central, uno de los grandes templos gastronómicos del país.

Pero la sostenibilidad no está reñida con una oferta cultural y de ocio a la altura de cualquier gran ciudad europea. Quien busque noche, la encontrará en el Barrio del Carmen; quien prefiera historia, puede recorrer La Lonja de la Seda, Patrimonio Mundial de la UNESCO. Los amantes del arte tienen donde elegir: IVAM, Museo Nacional de Cerámica, o el Centro de Arte Hortensia Herrero. Y para algo realmente singular, están las más de 95.000 piezas expuestas en L’Iber, el Museo de los Soldaditos de Plomo.

El viaje no estaría completo sin detenerse ante el icónico complejo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, obra de Santiago Calatrava, y entrar en el Oceanogràfic, el acuario más grande de Europa y una de las experiencias más impresionantes para visitantes de todas las edades.

Puerto de Denia en Alicante 

Alicante no es solo el nombre de una ciudad, sino también de una provincia dentro de la Comunitat Valenciana. Su litoral, la Costa Blanca, reúne un rosario de pueblos marítimos que van desde Dénia hasta Pilar de la Horadada, todos con ese Mediterráneo luminoso tan característico. La ciudad de Alicante combina tradición y modernidad, en parte porque muchos edificios quedaron dañados durante la Guerra Civil. Merece la pena pasear sin prisa y disfrutar de esa mezcla arquitectónica, y recorrer la famosa Explanada de España, con su mosaico ondulante de teselas de mármol. Desde el centro, un tranvía conecta de forma directa con las playas de arena blanca.

El Barrio de la Santa Cruz, en la ladera del Benacantil, conserva un trazado de callejuelas estrechas y casas encaladas, salpicadas de puertas de colores y macetas en cada rincón posible. Desde allí puedes subir a pie —o en ascensor— al Castillo de Santa Bárbara, un mirador excepcional sobre la ciudad y el mar.

En la provincia se encuentra también Elche, conocida como la Capital del Calzado en España, donde cerca de 20.000 personas trabajan en el sector. Conviene dejar un hueco en la maleta: los talleres y fábricas de la zona producen desde zapatillas informales hasta calzado de diseño.

Palmeral de Elche

La ciudad también alberga el mayor palmeral de Europa, el Palmeral de Elche, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Al igual que ocurre con el sistema de riego histórico de la huerta valenciana, el Palmeral es otro magnífico ejemplo de las técnicas agrícolas heredadas del periodo andalusí. En sus terrenos se reparten 67 huertos que reúnen alrededor de 45.000 palmeras datileras.

Al norte de la ciudad de Valencia, Castellón de la Plana sigue siendo, para muchos viajeros españoles, un destino discreto que merece más atención. Entre el Mediterráneo y las sierras interiores —rodeado además de viñedos—, este municipio costero presume de ocho espacios naturales protegidos. Muy recomendable es la Reserva Natural y Marina de las Islas Columbretes, ideal para buceo y actividades náuticas.

La zona de interior ofrece senderos para todos los niveles, como la subida a La Magdalena o la Vía Verde Benicàssim–Oropesa, perfecta para hacer en bici. Y si lo tuyo es tumbarte al sol, en verano las playas se animan con conciertos, proyecciones de cine y espectáculos al aire libre.


Haz feliz a tu estómago

Valencia es la cuna de la paella, el icónico plato de arroz que, en su versión más tradicional, combina pollo y conejo con bajoqueta (judía verde en valenciano), garrofó (alubia blanca, grande y plana), tomate, ajo, pimentón, azafrán y aceite de oliva. Si quieres ir más allá del tópico y aprender de verdad cómo se prepara, nada mejor que apuntarte allí mismo a un taller con cocineros locales, que te enseñarán la técnica paso a paso y los matices que diferencian una paella auténtica de cualquier imitación.

La Comunitat Valenciana es tierra de restaurantes galardonados y chefs que han llevado su cocina al máximo reconocimiento. Ideal para combinar tradición y alta gastronomía en un mismo viaje.

Paella

Los guisos también tienen un papel destacado en la gastronomía local. Uno de los más tradicionales es el puchero valenciano, donde todos los ingredientes se cuecen juntos en la misma olla, aunque después se sirven por separado. También es habitual encontrar en las cartas el all i pebre, un guiso de anguila muy típico de la zona; el más célebre es el que se prepara en El Palmar, la pedanía junto a la Albufera que ofrece algunas de las estampas más emblemáticas del parque natural.

Mientras recorres la ciudad, merece la pena detenerse a probar las cocas, que pueden ser dulces o saladas. Básicamente son unas masas planas con distintos ingredientes: la coca de tomata, la coca amb tonyina (rellena de atún, cebolla y piñones) o la coca de llanda, un bizcocho esponjoso aromatizado con limón o canela. Y si te apetece algo más goloso, prueba los fartons, unos dulces alargados perfectos para mojar en una buena horchata elaborada con chufa de la huerta valenciana.

Una coca

Por supuesto, en la Comunitat Valenciana también hay bebidas locales que merece la pena probar. Creada en 1959 en el Café Madrid, el Agua de Valencia tiene un nombre engañoso: no es agua, sino un cóctel elaborado con el producto estrella de la zona, la naranja, mezclado con cava, vodka y ginebra. La mistela, por su parte, es un vino dulce tradicional perfecto para acompañar postres o quesos.

Y ya que hablamos de vino, la posición privilegiada del territorio valenciano frente al Mediterráneo ofrece la combinación ideal de sol, suelo y altitud para el cultivo de la vid. De hecho, algunas bodegas tienen un origen que se remonta a época romana. Los vinos —tintos, blancos y dulces— de Valencia, Utiel-Requena y Alicante cuentan con DOP (Denominación de Origen Protegida), lo que garantiza que todo el proceso, desde el cultivo de la uva hasta la elaboración y el embotellado, sigue estándares de calidad y métodos tradicionales.

Ten en cuenta un detalle: el clima mediterráneo favorece uvas con mayor concentración de azúcar, y ya sabemos que durante la fermentación la levadura transforma ese azúcar en alcohol. En otras palabras: los vinos valencianos suelen tener una graduación generosa… y se nota.

Mercado Central en la capital valenciana

El Mercado Central de València es uno de los mejores lugares para saborear en un solo paseo buena parte de la riqueza gastronómica de la región. Con alrededor de 300 puestos, es uno de los mayores mercados de Europa y un punto de encuentro tanto para vecinos como para quienes visitan la ciudad. Conocido como la catedral de los sentidos, ofrece una explosión de colores y aromas: frutas y verduras de temporada, carnes, quesos, especias, pescado y marisco fresco, además de vino y cerveza artesanal.

Más allá de lo que se puede comprar y probar, el edificio en sí merece una visita por su arquitectura modernista. Su gran cúpula, que se eleva casi 30 metros, filtra la luz a través de vidrieras de colores. En el exterior, los paneles cerámicos representan escenas agrícolas tradicionales, como la recogida de naranjas, recordando la estrecha relación de la ciudad con su huerta.


Explorando al aire libre

No siempre se tiene la oportunidad de ver de primera mano de dónde viene lo que comemos, pero en la Comunitat Valenciana eso es perfectamente posible. Una visita al Parc Natural de l’Albufera, hogar de la mayor laguna litoral de España, permite recorrer en barca los arrozales donde se cultiva el arroz que da vida a la auténtica paella. El paseo en barca es también una magnífica ocasión para observar de cerca aves como flamencos, garzas, garcetas y distintas especies de patos que habitan este singular ecosistema.

El parque se encuentra a unos 25 kilómetros del centro de Valencia, así que es una escapada cómoda para disfrutar en un solo día y reconectar con uno de los paisajes más emblemáticos del Mediterráneo.

Parque Natural de la Albufera  

Con sus acantilados, calas escondidas y un litoral que se funde con el bosque y la montaña, el Parque Natural de la Sierra de Irta es uno de los tramos más salvajes y mejor conservados del Mediterráneo. La vegetación típica incluye palmeras, algarrobos, brezo, tomillo, madroños, enebros y manzanilla, entre muchas otras especies.

En el paisaje aparecen pequeñas torres de vigilancia, como la torre de Badum, que en el siglo XVI servía para detectar incursiones piratas. El parque se extiende desde Alcossebre, al sur, hasta Peñíscola, al norte, y cuenta con numerosos senderos para todos los niveles, accesibles desde cualquiera de los dos extremos.

Es un lugar perfecto para desconectar, caminar junto al mar y descubrir un Mediterráneo más auténtico y tranquilo que el de las playas urbanas.

Parque Natural de Sierra de Irta 

Aunque darse un baño en el Mediterráneo siempre es un plan perfecto, si te adentras un poco hacia el interior la Comunitat Valenciana guarda alternativas muy especiales. Aquí es posible bañarse en ríos con cascadas de agua cristalina, auténticos oasis que conviene visitar temprano porque suelen llenarse rápido.

Las Fuentes del Algar, en Callosa d’en Sarrià, forman pozas tan transparentes que se ve el fondo a simple vista. Eso sí, mejor llevar escarpines porque el terreno es pedregoso. La zona cuenta con varios aparcamientos, aseos y un área de picnic bien acondicionada. También espectacular es el Salto de Chella, una cascada de unos 25 metros alimentada por el río Sellent que crea una poza perfecta para darse un chapuzón.

Quienes buscan algo más de adrenalina tienen su sitio en el Gorgo de la Escalera, en Anna, un enclave muy frecuentado por quienes practican barranquismo: descensos con cuerda, tramos a pie por el cauce y toboganes naturales (siempre con casco y equipo adecuado).

Y si lo que apetece es relajarse, la parada obligada está en Montanejos y su Fuente de los Baños, un cañón de aguas termales ricas en minerales donde la temperatura se mantiene agradable durante todo el año. Un plan perfecto para desconectar rodeado de naturaleza.

Fuente de los Baños

Vive como un local

La Tomatina 

España sabe de celebraciones, y la Comunitat Valenciana no se queda atrás. Cualquier escapada que coincida con un gran evento aquí será, como mínimo, memorable. La Tomatina, en Buñol, celebró recientemente su 80 aniversario. Lo que comenzó en 1945 como un juego improvisado durante un desfile, se ha convertido en una cita anual el último miércoles de agosto: una batalla de tomates que dura apenas una hora y en la que se lanzan más de 140 toneladas de tomate maduro. Eso sí, la norma es clara: hay que aplastar los tomates antes de tirarlos para evitar golpes. El acceso está limitado a 20.000 personas, así que si quieres vivirla, conviene reservar con mucha antelación.

Marzo tiene su gran protagonista: Las Fallas, del 15 al 19. Un festival que combina sátira, arte y espectáculo. Los artistas falleros trabajan durante meses para levantar figuras gigantes —los célebres ninots— que forman parte de monumentos monumentales llamados fallas. Tras días de música, pólvora y calle, todo culmina con la Cremà, cuando la mayoría de estas obras arden en una noche que no se olvida. Solo uno de los ninots se salva del fuego por voto popular y pasa a formar parte del Museo Fallero.

Las Fallas

Tradicionalmente, los alicantinos daban la bienvenida al verano cenando en el campo la noche del 23 de junio y bailando alrededor de una hoguera a medianoche. En 1928, aquella costumbre tomó forma oficial y nacieron las Hogueras de San Juan, tal y como se conocen hoy. Actualmente, cada barrio de Alicante crea sus propias hogueras: enormes monumentos de madera y cartón que recuerdan, en espíritu, a las fallas valencianas. La fiesta se alarga varios días e incluye desfiles con grupos de danza internacionales y espectáculos pirotécnicos. Cuando el reloj marca la medianoche y el calendario pasa al 25 de junio, todas las hogueras se prenden fuego a la vez, iluminando la ciudad. Después, los fuegos artificiales continúan durante cuatro noches más, con un concurso que atrae a miles de espectadores.

La religión ha marcado la historia de España y, con ella, buena parte de las celebraciones populares. La presencia musulmana, desde el siglo VIII hasta 1492, y la posterior Reconquista no solo dejaron huella en el patrimonio, sino también en la tradición festiva. Esa memoria se revive cada año en los Moros y Cristianos, un espectáculo teatralizado que combina desfiles, trajes elaborados, caballos, música y recreaciones de batallas. Numerosas localidades de la Comunitat Valenciana celebran esta fiesta en distintas fechas: a veces coincide con las Fallas y otras se organiza en torno al 9 d’Octubre, Día de la Comunitat Valenciana. El desfile más célebre es el de Alcoy, que tiene lugar cada 23 de abril, día de San Jorge.

Catedral de Valencia 

En la provincia de Valencia abundan iglesias y catedrales, pero hay algunas que destacan especialmente. Una de ellas es la Catedral de Valencia, célebre por custodiar el Santo Cáliz, la reliquia que la tradición identifica como la copa utilizada por Jesús en la Última Cena. El edificio tiene una historia tan rica como diversa: comenzó siendo un templo romano, más tarde fue mezquita y aún conserva vestigios de todas sus etapas. En su interior podrás ver frescos renacentistas tras el altar mayor y, en el museo catedralicio, varias obras de Goya.

Otra visita imprescindible es la iglesia de San Nicolás de Bari, una de las más antiguas de la ciudad. Su espectacular techo de frescos barrocos ha llevado a muchos a bautizarla como la “Capilla Sixtina valenciana”, un apodo que entenderás en cuanto levantes la vista.

Castillo de Peñiscola desde la playa

Si el castillo de Peñíscola te resulta familiar, puede que lo hayas visto en Juego de Tronos o en la película El Cid de los años sesenta. Construido en 1307, este castillo templario se alza sobre un peñón que se adentra en el Mediterráneo y fue hogar del papa Benedicto XIII —el Papa Luna— tras su excomunión y exilio. Con semejantes vistas al mar, no cuesta imaginar por qué tantos visitantes fantasean con quedarse a vivir allí.


¿Necesitas un Plan B?

Recurre a nuestras OFERTAS DE VIAJES DE ÚLTIMA HORA

Ofertas relacionadas Ofertas relacionadas; Más

Más ofertas y recomendaciones